QUÉ DIRÍA?

jueves, septiembre 02, 2021


 Si tuviera que hablar de todas las cosas que callo... qué diría? por dónde empezaría? Creo que mi karma más grande actualmente es el de amar al hombre más perfecto que he conocido en mi vida, haber tenido su amor y haberlo perdido. Tener que amordazar las palabras de amor al punto de atragantarmelás en la garganta porque a él le incomoda que se las diga...

Cada vez que pienso en la magnitud de lo que perdí, me vuelvo incapaz de ver todo lo que aún sí poseo. La cantidad de tiempo perdido entre lágrimas y anhelos de algo que no sé si alguna vez volverá a ser y a existir. Tiempo que no voy a volver a tener nunca más. Y convirtiéndose esto en una doble pérdida.

Escribir todo esto mismo me produce tal angustia, que se me hace imposible mesurarla. Pensar en la cantidad de afecto desperdiciado. En los besos, en los abrazos, en las palabras de cariño.
No sé siquiera cómo ordenar mis pensamientos en este texto, sólo sé que me mata día tras día el añorar lo que alguna vez tuve y ya no. El tratar de respirar normalmente con la vacuidad que cargo en el medio de mi pecho.

Dicen que somos 70% de agua, yo lo soy, pero de lágrimas. Lo único que quisiera cuando la tristeza me consume como el fuego al indefenso papel, es desaparecer...


©CATALINA PECORA
2021



©CATALINA PECORA
2021

DE VEZ EN CUANDO GRACIAS

miércoles, septiembre 01, 2021


Y como trato (o al menos lo intento) de no ser una infeliz de mierda, a veces paro en seco en mi realidad, que por muy convencida que estoy de que es una cagada, todavía tiene cosas salvables por las cuales dar las gracias. Una de esas mayores cosas preciosas por las cuales dar las gracias día tras día es mi bello y sano hijo, por pasar tiempo con el y verlo crecer y progresar. También agradezco muchísimo poder pasar tiempo con el hombre que amo y todavía tener su apoyo, aunque ya no estemos juntos.
Y después se me ocurren unas cuantas cosas que pueden parecer nimiedades o pavadas pero miles y miles de seres humanos no las tienen. Como mis cinco sentidos intactos, para poder apreciar todos los detalles que ellos captan. Por tener luz y agua potable que beber y agua calentita con la cual poder ducharme. Por tener cloacas y un techo y una cama cómoda dónde dormir todas las noches. Y sobre todo, por tener tanto como todos mis seres queridos un plato de comida en la mesa cada día.

Es muy probable que me esté quedando hiper corta con mi lista de agradecimiento pero es todo lo que siento que es importante para mi en este momento. Y sobre todo, doy gracias a esa brisa que acarició mi cara y me inspiró a dar las gracias por las pequeñas y grandes cosas que tiene mi vida. Esa brisa hermosa que entró sin permiso por la ventana y me recordó que no todo es queja, que no todo está perdido, que las cosas pequeñas también valen y sirven...


©CATALINA PECORA
2021

 

EL ÁRBOL QUE CAE EN EL BOSQUE


 Hay una conocida frase que dice que ¨ Si un árbol cae en el bosque y no hay nadie ahí para oirlo, realmente hace ruido ¨. A veces me siento como ese árbol que, disimuladamente se viene abajo sin que nadie siquiera lo note. La verdad, no sé si de eso se trata realmente la vida. De nuestras pequeñas o grandes batallas en el más resignado de los estados. En dónde uno está de alguna manera encerrado en un loop de caídas y fracasos del que se tiene que recomponer para luego repetir el ciclo una y otra vez. Casi casi como en los mitos de Prometeo y su castigo o el mito de Sísifo.

Pero volviendo a la premisa del árbol. La realidad es que mi dolor y padecimientos existen por muy invisibles que sean para el resto de la humanidad. Así como lo hace el ruido del árbol, que aunque no haya ningún testigo de su caída, el ruido existe igual. Si quisiera ponerme quisquillosa también podría decir, cómo podemos saber o intuir la existencia de dios si nunca nadie lo ha visto realmente, verdad?
Pero bueno, eso ya sería meterme en terrenos pantanosos y la verdad es que yo sólo pretendo oscurecer las aguas para que parezcan más profundas de lo que realmente son.

Irónicamente, no soy la única en el planeta que siente que pasa por la vida al pedo siendo apenas percibida, pero también es que la verdad el mal de muchos es el consuelo de los tontos. A mi no me hace sufrir menos, saber que no soy la única que se siente invisible, inservible, etcs
Y ya no sé cómo terminar este texto/reflexión asi que adiós.



©CATALINA PECORA
2021

SI PUDIERA VIVIR LA VIDA DE ALGUIEN MÁS


 No suelo ser una persona de tener muchas fantasías o ensoñaciones idílicas que nunca van a materializarse. En algún punto de mi ser, mi mente es bastante más pragmática que eso (suerte para mi por ello), pero hoy vino a mi cabeza, envuelta en el aburrimiento que tengo, que qué bueno estaría estar viviendo la vida de alguien más. Y ni siquiera se me ocurre la vida de alguna millonaria excéntrica que no hace más que vivir para ver qué es lo próximo en lo que va a gastar su dinero, sino, algo mucho más sencillo, como por ejemplo, poder vivir una vida un poco más plena, más feliz, más completa de lo que es la mía. Por ejemplo. Cómo sería vivir la vida de una mujer de familia que puede cumplir con todos los requisitos como para que su familia SIEMPRE se mantenga a flote. Vivir por un día la vida de alguien que podría ser el pilar de su familia. Sentir la gratificación de una tarea bien hecha día tras día, aunque sea UN sólo día. 

O por ejemplo ser la mina fitness que siempre soñé. Poder sostener en el tiempo un esfuerzo arduo y una constancia que me hiciera alcanzar ese anhelo que nunca llegué siquiera a arañar. Cómo sería la vida del pequeño éxito diario del entrenamiento cumplido de esa mina, cómo sería poder sentir que te entran los jeans a los casi 40 que usabas a los 20. Sentir ese poder de saber que si lográs lo que una porción muy pequeña de gente logra, podés conseguir prácticamente lo que sea.

O por ejemplo, cómo sería llevar 20 años trabajando en una misma empresa habiendo crecido literal y profesionalmente en ella. Un ambiente laboral en donde ya podés considerar casi casi como tu segundo hogar, donde tus compañeros son casi casi tu segunda familia y dónde alcanzaste una seguridad y comodidad de saber que probablemente vas a terminar tus últimos días laborables.
Cómo será recibirte después de quemarte las pestañas 4 o 6 años de una profesión que aunque la estudie todo el mundo te hace profesionalmente un Lic. o un Dr. y sentir la felicidad de que cuando se refieran a vos te digan el Lic. o el Dr. Sarasa porque te lo ganaste, porque trabajaste como un burro primero para conseguir el honor del título y luego la pasión y la constancia para mantenerlo e incrementarlo. 

Es muy probable que yo pudiera conseguir todas esas cosas y vivir la vida que hoy imagino y añoro en algunos años con mucho esfuerzo, pero hoy se ve tan lejano, un futuro tan difuso, que no puedo más que imaginarlo como el niño que ahorra moneda tras moneda para conseguir ese pequeño pero gigante juguete deseado y disfrutado porque se ha obtenido con el esfuerzo propio.
Sé que la paciencia y la constancia han sido como mis asignaciones para venir a aprender en esta vida, pero a veces se hace tan pero TAN cuesta arriba, que las lágrimas me hacen todavía más nublada la visión de ese futuro posible...



©CATALINA PECORA
2021


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