Como muchos en el mundo de la soltería, he incursionado en el mundillo salvaje de las aplicaciones de citas, claramente, sin éxito de ningún tipo, pero ya acumulando material suficiente como para hacer un estudio antropológico de las mismas. Un estudio estadístico entre hombres de tal a tal rango etario, los cuales dicen incontable sarta de pelotudeces coloridas y varias en pos de la conquista, sea esta de momento y para pasar el rato o para algo que ellos puedan considerar compromiso o mínimamente responsablemente afectivo. Creo que el estudio ensayo, quizá futuro libro podría darle a a las mujeres la guía de instrucciones necesarias para salir airosas por sus pasos en las mismas aplicaciones, y cuando digo airosas, me refiero claramente al hecho de que una entra allí con la mínima esperanza de encontrar alguien con quien conversar y esa esperanza se va disolviendo y diluyendo a cada nuevo intento fallido de entablar una conversación con algún sujeto al que sólo le interesa su cacería del momento. Casi, casi, como si viviéramos en el paleolítico y todos estuvieran sólo preocupados por conseguir la presa que van a comer en ese mismo día... asi de bruto, así de brusco, así de cavernícola todo.
Siendo un espacio que se publicita básicamente para encontrar pareja, lo cual implica aunque sea un mínimo de involucramiento socio-emocional y donde una encuentra sólo desdén y destrato, deberían ser demandadas por falsa publicidad en primer lugar y por daños y perjuicios luego.
Si entraste con la intención de apaliar la soledad, GRAVE ERROR, vas a salir impregnada de una soledad aún todavía más sonora, más palpable y más asquerosa que el hedor va a llevar varias sesiones de terapia erradicar...
