LO QUE YA NO TENGO

viernes, febrero 12, 2021

 
Haciendo una revisión de mis escritos de años anteriores me he dado cuenta, dolorosamente, del poco valor que le daba a lo más valioso que tenía: mi familia. 
Escrito sobre escrito sobre escrito lamentándome por todo lo que me faltaba o lo que no tenía o lo que nunca tendría. Añoranzas estúpidas que me hicieron quedar absolutamente ciega y descuidada sobre lo que sí tenía, y tal vez, lo que yo sí tenía era también añoranza de muchos otros (y otras. Sobre todo).
 
Hoy es una fecha dolorosa para mí. Hace 14 años atrás emprendía el viaje más feliz de vida y del que me caí abruptamente por el camino hace ya 2 años y 4 meses. Desde entonces mi vida ha sido un calvario de soledad, de autoreproches y autofustigamiento del cual no he podido salir. Irónicamente mi peor error fue cometido por sentirme sola y el castigo fue la soledad real, la que cruje por dentro, la que te quiebra y de la cual difícilmente te volvés a recuperar.

Es más que evidente que no soy la misma persona hoy que la que cometió el error fatal. Que de alguna forma el dolor me convirtió en otro ser, mucho más permeable y sensible de lo que ya era, y hasta mucho más atenta y considerada de mi entorno y todo lo que sucede alrededor mío. Mucho más perceptiva y mucho más conectada con el dolor o las molestias ajenas. Y en ese sentido creo que, si puedo decir que me siento agradecida. Después de todo el calvario, de todo el sufrimiento y de todo el pesar, creo que hoy, darse cuenta de la existencia del otro y sobre todo de su valor es la lección más importante que aprendí en la vida. Y supongo que en cierta forma, haber aprendido semejante cosa a mis 30ti pico es bastante más valioso y favorable, que haberlo hecho en 30 años más o en mi lecho de muerte como le pasa a muchísima gente.

De todas formas el dolor no se va. Parece haberse impregnado a mi como un hedor nauseabundo que no me puedo quitar, asi como el arrepentimiento.
Ojalá tuviera la certeza de que en unos años pudiera escribir líneas más felices pero por desgracia, esa esperanza que es lo último que se pierde, fue lo primero que perdí el día mi familia se disolvió...



©CATALINA PECORA
2021
 




 

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