COMPAÑÍA

miércoles, septiembre 02, 2020



 Nunca en mi vida me consideré ni creí que en algún momento me iba a encontrar siendo una persona solitaria. Es algo que nunca me gustó, busqué, ni deseé para mí misma. Sin embargo es lo que vivo hoy. Absoluta y llana soledad. De la fea. De la que duele y de la que se absorve por la piel finita que tengo hasta llegar al corazón y romperlo un poco más de lo que ya lo está.

La soledad sólo puede disfrutarse cuando se elige y no cuando es impuesta como una condena de la que uno no tiene escapatoria. En mi juventud de hecho. Yo elegía escaparme a la soledad para poder tener la tranquilidad de afinar este " don " de poder poner en palabras todo lo que se cuela por la mente hasta convertirse en sentimientos. Pero no es lo mismo escapar a la soledad buscando tranquilidad o paz, sabiendo que uno cruza una puerta y encuentra familia y contención y amor y besos y abrazos. Que la soledad arraigada a uno, encadenada a uno, que la soledad que ahorca en el cuello hasta quitar el aire y las ganas...

La amistad siempre fue una asignatura pendiente en mi vida. El cómo saber buscarla, hacerla nacer, crearla, hacerla crecer, alimentarla y hacerla duradera. Es algo que nunca pude lograr. He tenido demasiadas traiciones y decepciones que me han puesto el corazón como una piedra. Acorazado. Y aunque si bien es fácil ilusionarlo ya no es tan fácil que logre bajar la guardia ante la menor muestra de no ser correspondido con las mismas intenciones.

La verdad es que la vida se disfruta mejor acompañado. Pero por desgracia la compañía no se disfruta de cualquier persona. Lo cual dificulta que uno pueda escapar finalmente de las fauces de la soledad con facilidad. Y como dice el dicho " mejor sólo que mal acompañado ". A pesar de ello me encuentro ferviente de encontrar con quién discurrir en conversaciones filosóficas sobre el resto de las cosas de la vida. Con quien tomarme un vino y tener charlas existencialistas. Me gustaría decir que no pierdo la esperanza de encontrar con quién poder hacerlo pero la verdad es que la esperanza no es lo mío...


©CATALINA PECORA
2020

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