ALIVIO

miércoles, abril 08, 2020


Eso es lo que me da el escribir que el estudiar no: ALIVIO. Por qué? Porque al escribir estoy vertiendo mi interior hacia afuera, tal como si lo hiciera con una necesidad fisiológica. Eso es lo que lo vuelve tan placentero, tan insoslayable (tuve que buscar un sinónimo de ineludible en google, no soy tan inteligente como parezco jaja), tan IN-evitable... incluso si le diera todavía una vuelta más de rosca podría decir que hasta está conectado con el soltar femenino del período, esa sensación de que una palabra se vuelva una oración, una oración en una frase y unas frases en un texto. Sin embargo, algo me llama la atención, tuve una época de muchísima irregularidad menstrual en donde mi psicoanalista me decía que qué era lo que tanto me guardaba que acaparaba inclusive mi propio período y no por eso escribía menos, por el contrario, creo que era una de las épocas en la que más escribía, porque bueno, sin querer llegar a ser escatológica pero, la sangre por algún lado tenía que salir y elegía salir desde mis venas hacia el papel...


Por supuesto que no estoy diciéndolo literalmente y la imagen no es más que ilustrativa pero a lo que voy es que siempre que escribí lo hice de manera absolutamente conectada a lo que sentía. Y he llegado a escribir durante horas con una concentración que hoy no alcanzo ni drogada (tampoco sabría cómo concentrarme drogada porque no sé un carajo de drogas pero buen, a Oscar Wilde a Edgar Allan Poe y muchos otros, los opiaceos les servían bastante). Literalmente, una a dos hrs. casi diarias sin levantar la pluma (sí, escribí siempre o lo intenté, con pluma fuente) de la hoja. De hecho ayer charlaba con un amigo sobre una especie de concurso en el que participé en el 2005 que se llamaba ¨ 21 primaveras en democracia ¨ y convocaba a todos los auto-considerados ¨ artistas ¨ nacidos entre 1983/84 a que presentaran sus obras musicales, pinturas, esculturas, literarias, poéticas, etc. y que luego serían seleccionadas por la fundación auspiciante y exhibidas a lo largo de la calle Corrientes en la primavera o aledaña de ese año. De mi autoría seleccionaron un ensayo (el único elegido en su género) y una poesía. Creo que luego tuvimos una especie de entrega de premios en el teatro San Martín pero por desgracia no recuerdo de qué trataba mi ensayo, sólo recuerdo que mi poesía se llamaba HUELLAS. No fue la única vez que lo literario me hacía resaltar, pero tampoco quiero hablar de mis laureles, no era la idea. La idea era hablar del placer de escribir y del porqué resultaba tan placentero de hecho... quizá no pueda decirlo con exactitud pero lo único que sé es que viene con mi combo desde que tengo uso de razón. Es la mejor manera en la que siempre encontré como comunicarme con el exterior y los demás, ergo, no sólo tiene la cualidad de evacuar mi interior sino que también me une al Universo de los otros a través de las palabras...

©CATALINA PÉCORA
2020



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