EL UASAP

miércoles, noviembre 29, 2017


Todos los días la misma historia. Despierto y veo en el celular el numerito de notificaciones que me avisan cuántos mensajes tengo en el whastapp. Por desgracia, salvo agradables excepciones, siempre son menos de las que desearía, y en muchas otras, en el afán por conversar con alguien que interrumpa mi soledad de todos los días, muchas veces son más las veces que espero respuestas a mi ansiosa felicidad de conseguir las palabras del otro lado de la pantalla. Son miles las veces en las que me tildo viendo como mis saludos, mis palabras, mis audios pululan en una ventanita vacía esperando llenarse de interacción. Viendo la última conexión (quienes te dejan hacerlo), viendo el ¨ en línea ¨ y comiéndome las uñas porque no me están hablando a mí o viendo el ¨ está escribiendo ¨ y comiéndome los codos para ver con qué frases me van a alegrar el día, aunque para eso siempre es mejor un audio, en donde parece que la persona anhelada está ahí con uno, riéndose, abrazándote, echando a la soledad lejos...
Y así, día tras día...


©CATALINA PÉCORA
2017

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