INTENTANDO

sábado, marzo 25, 2017

Ya que no hay forma de que le pueda exprimir a mi cerebro una sola idea sobre la cual escribir, decidí hacer el ejercicio de simplemente describir lo que sucede a mi alrededor, escribir sobre lo que veo y lo que escucho:

El sonido del videojuego de mi esposo, la musiquita del video que mi hijo mira en youtube, el sonido de un avión que vuela sobre las nubes y pasa por encima de mi casa. Tengo una hermosa vista al jardín del vecino, con su enorme árbol bello y mecido por el viento, su sonido, aunque bajito es hermoso y sedativo, por supuesto se disfrutaría mucho más si todo estuviera en silencio. Esas son cosas que disfruto en la semana, cuando tengo momentos de soledad en mi casa. La vista de mi ventana no sólo da al jardín del vecino, sino también al jardín de la vecina de al lado y a sus rosas brotadas, de las cuales me encantaría llegar a oler su aroma pero están muy lejos. Mi mesa está desordenada, casi como de costumbre. Al lado de mi netbook, en la cual estoy escribiendo este texto, hay un celular cargándose a mi izquierda y el mouse a la derecha, una lámpara de sal apagada a la que nunca le volvimos a comprar el foquito pequeño que lleva dentro como para encenderla, mis remedios (un enorme pastillero) juguetes de mi hijo y la pava y el mate...
Dudo que todo lo que describo sea algo que valga la pena ser leído, pero mi ansiedad por escri y describir algo, lo que sea, me resulta tan urgente que no puedo evitarlo. Aunque sea tedioso de ser leído. No pido a nadie que me lea de todas formas pero si existiera alguien en el mundo que puediera devolverme el don de escribir lo agradecería muchísimo a la entidad o deidad de turno...


©CATALINA PÉCORA
2017

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