RETOMANDO MI LIBRO

jueves, abril 28, 2022

 

INTENTO DE PRÓLOGO:

Como les pasa a muchas personas. Me he sentido perdida durante muchísimos años. Casi como caminar sumergida en una neblina que pudiera correr con las manos como cortinas espumosas que no desaparecían.
Esto de que el camino se hace andando no funciona de la misma forma para todos. Claramente. Así como tampoco todos tenemos caminos rectos, ascendentes o simplemente bifurcados. Para muchos de nosotros el camino es en descenso y sinuoso, y parece nunca tener fin. Cuando parece que tocamos el fondo, aparece una pendiente más.
Hace que la vida se convierta en una carrera de obstáculos o una montaña rusa que día tras día nos coloca o nos DEScoloca. Un día arriba. Otro día abajo. Vorágine, frenetismo y locura. ¿Quién puede soportar ese ritmo cada uno de sus días durante tantos años?
Aparentemente más personas de las que creemos. Por más que el dicho diga que no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo soporte. Somos muchos los que si no llevamos 100. Llevamos 99. De esta vida y de las anteriores.
Hay tantas frases. Tantos aforismos. Tantas metáforas y poesías e interminable clase de recursos literarios que intentan explicar con bellas palabras el calvario de vivir extraviado como un paria. Yo misma intento ahora mismo darle un sentido a esta existencia de padecimientos incesantes.
Este es un libro que se ideó y se concibió en la parte más severa de la cuarentena que nuestro país atravesó. Una época no tan lejana de la que le vamos a hablar a nuestros nietos, contándoles que nadie podía salir más que a buscar comida o podía ser detenido. Una época donde a las 21 hrs. Todos los médicos eran aplaudidos desde cada balcón de la ciudad y donde el resto de la sociedad hizo lo que pudo encerrados en sus hogares. Algunos adelgazaron, otros engordamos, algunos hicieron cosas útiles y otros nos deprimimos más de lo usual. Pero para todos fue una trastorno en donde vivíamos desfazados, dormíamos y comíamos a cualquier hora y algún que otro pudo hacer algo útil como en mi caso, recopilar todas estas cosas que vengo callando de toda la vida. O diciéndolas, pero en voz baja.
Originalmente, este libro iba a ser una autobiografía, aún cuando muchos desestimaron la idea de que alguien leyera la historia de vida de una don nadie. Por lo que hoy es un cuadro con grandes pinceladas del contenido del blog " vigésimotonio " que llevo escribiendo efectivamente hace casi 20 años. Y pinceladas más sutiles de lo que esa pseudo autobiografía intentaba contar y sacar a la luz.
Es probable que a lo largo de estas líneas sientan un torbellino de emociones y sentimientos dulces, amargos y ácidos que harán que piensen que quizá no fue el libro apropiado que debían tomar del escaparate. Obviamente no soy la mejor publicitandomé pero si soy bastante buena con la verdad sin maquillar con eso que muchos llaman "honestidad brutal " y creanmè en algo: si hay algo que aprendí durante estos últimos años sobre todo, es que es preferible una verdad que duela una vez que una mentira que duela toda la vida. Que un "amigo" que te traicione prematuramente e impacientemente que uno que lo haga luego de que uno ha invertido una vida de afecto y confianza en ellos...

 ©CATALINA PECORA

2022

1 comentario:

Vigésimo Otoño dijo...

Todos en algún punto de la vida hemos sentido que no encajábamos en el plan divino que en teoría se tenía para nosotros. Al punto de preguntarnos ¿Existe realmente ese plan divino o es todo falsa publicidad? Hay una frase muy de sobrecito de azúcar que suele alentarnos diciendo algo como lo que voy a intentar parafrasear: _¨ Si no somos felices o no termina bien es que todavía no es el final…¨ - y la verdad es que las cosas a veces son más crudas que el salmón que amo comer, y más de una vez, ni las cosas terminan bien, ni somos felices con los resultados. De hecho. La mayoría de las personas que escribimos, lo hacemos tratando de encontrar una especie de vía de escape y de catarsis a los dolores de esos resultados fallidos que nos han decepcionado y desilusionado en más de una ocasión.
Y aquí es dónde convergen ambas realidades de personas que padecen, que la reman, que luchan día tras día y que poniendolé la mejor de las ondas salen adelante.
Yo te escribo, vos me leés, y juntos tenemos esta especie de comunión en dónde uno le presta el oído al otro, en dónde uno sostiene y abraza al otro desde la distancia. EN dónde nos ACOMPAÑAMOS A ATRAVESAR el dolor, la angustia, la congoja y sobre todo la adversidad que se nos presente en la forma que sea. Dale. Podemos. Seguime…

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