SIN TÍTULO

domingo, julio 17, 2016

Entonces,con lágrimas que lejos de calmarle o darle sosiego sensato, lo afiebraban de locura, decidió seguir con sus buenos actos y donarle a esta mujer descorazonada, el órgano de la vida...

Por aquellos días, las autopsias eran infructuosas. Era época de carnaval y no había mucho misterio que ohol o averiguar. La mayoría de las muertes sucedidas en esos días, eran por exceso de alcohol o imprudencias causadas por el mismo. Sin embargo, las disecciones eran maravillosas en esa semana, ya que, entre tanto desorden y libertinaje, a nadie le preocupaba si alguien luego, faltaba en la mesa para comer.

Los teatros anatómicos estaban llenos de estudiantes de medicina que alentaban al experto a encontrar el corazón de los cuerpos abiertos y expuestos que se diseccionaban. Y una vez hallado, el médico lo alzaba como un trofeo obtenido de una victoria en una batalla en la que no había luchado. Los estudiantes deliraban y vociferaban en post de la ciencia.
De ésta manera Níccolo consiguió un número desconsiderado de corazones humanos, que poco le importaban de dónde provenían, sino a quién iban a beneficiar. Se sentía henchido de orgullo por la obra de bien que haría, al hacer que una mujer mala se convirtiera en la oveja del rebaño correcto nuevamente.

El día convenido, visitó a su dama para salvarla, y al llegar y violar su morada, la joven quedó sin habla desmayándose luego. Níccolo traía consigo un morral que chorreaba sangre, del cual sacó luego siete corazones, uno por cada día que duró la semana del carnaval. Tomó un gran cuchillo luego, y los cortó hasta dejarlos diminutos. Después los sirvió en un plato y los colocó en una mesa que el mismo armó y decoró. Sentó a la muchacha, inconciente todavía, y comenzó a introducir la carne cruda en su boca hasta atragantarla: ¨ ¡Come, come! ¨ le decía, ¨ Pronto volverás a ser toda tú, un pálpito de bondad....¨



CATALINA PÉCORA
2016

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