CARTA SIN DESTINATARIO

martes, diciembre 19, 2017


Ésta es una de esas líneas que nunca serán leídas por aquel que uno quisiera, lo que por desgracia, no hace más fácil escribirlas. Hay tanto que quisiera decirte que no sé ni por dónde empezar. Quizá tal vez describiendo la angustia de tener que hablar con alguien que respira aún de este mundo, pero en mi vida es como si no lo hiciera, y no porque yo lo haya deseado, sino porque asi fue elegido por vos.
Como desearía que todo hubiese sido diferente, que nunca te hubieses ido y la distancia no fuera la excusa para un adiós tan largo. Que tu dolor hubiese sanado lo suficientemente rápido como para que no hubieses tenido que sentir la necesidad de huir de todo lo demás. Incluyendo de mí, dejándome atrás. Que hubiera tenido entonces la madurez suficiente como para ayudarte a encontrar un camino que no te llevase tan lejos. Pero no se puede. Nada de todo eso se puede. Y el dolor es tan grande que las palabras se enriedan tontas entre los dedos como la saliva se anuda a mi garganta.

Alguna vez, increíblemente fuimos unidos. Unidos por la sangre, unidos por la vida y por el mismo techo. Unidos por comidas, por risas y por momentos. Que si hubiera sabido que serían los únicos que pasaríamos juntos hubiera sido más cautelosa y los hubiera atesorado como merecían. Hoy sólo puedo aferrarme a imágenes borrosas y a diálogos mudos que no puedo recordar que me decían.

Hubiera deseado que te quedaras. Que tus hijos y mis hijos crecieran juntos y que la complicidad que alguna vez tuvimos se hubiera extendido y crecido a lo largo de los años. Que pudiendo caminar unos pasos o tal vez tomando un colectivo, pudiera estar en tu casa, compartiendo nuevas noticias o viejas anécdotas sobre nuestras raíces, que por muy profundas que fueran, vos conseguiste cortar de alguna manera inaccesible para mí.
Hubiera deseado que me protegieras, como en muchas fotos de nuestra niñez parecías disfrutar de hacer. Aún cuando mamá se empecinaba en decirme que me odiaste desde el día en que nací por los celos. Hubiera deseado que si eso era verdad, hubieses podido superarlo y amarme a pesar de todo como yo te amé y amo, a pesar de todo y después de tantos años de ignorancia, rechazo y resentimiento de tu parte hacia mí. Incluso desearía que mis palabras ahora mismo no despertasen o alimentasen ese odio que en teoría sentís por mí. Por no estar de acuerdo, por no querer reconocerlo o por lo que fuera.
Hubiera deseado que confiaras en mi como hiciste quizá sólo un par de veces en nuestras vidas. Que siendo una de las pocas personas que te han visto llorar en tu vida, hubieses depositado en mi las cargas que te dificultaron el trayecto que elegiste, para no andar por la vida tan cargado, con cosas imposibles de arrastrar en soledad.
Hubiera deseado compartir un mate, una comida más, una cerveza. Sos lo más parecido a papá que camina sobre esta tierra junto conmigo, y tan sólo eso me hace anhelar con ánsias el momento de volver a verte. Si es que ese momento llegara algún día. Pensar que tengas un hijo de cinco años al que no conozco me hacen preguntarme para qué estoy viva, si no puedo tener acceso a lo más básico del amor, a lo más íntimo. Si no tengo la capacidad de derrumbar los muros para construir un puente que me alcanzase hacia vos.

Hubiera deseado tener la capacidad que tenés vos para no necesitar todo lo que yo necesito de mi propia sangre. Eso me haría sufrir menos y viviría definitivamente con más libertad de la que vivo.
Hubiera deseado no tener la necesidad de escribirte todo esto, pero soy esclava de mis emociones y cada vez que veo una película protagonizada por hermanos no puedo evitar sentir que me falta un pedazo de mí misma y que el corazón me cruje como una hoja seca a punto de ser despedida de su árbol.

TE EXTRAÑO.
Hubiera deseado que no lo sepas pero no lo pude evitar.


©CATALINA PÉCORA
2017

No hay comentarios.:

MIS OTROS BLOGS